lunes, 2 de julio de 2012

Educar a un Pug



Al contrario de lo que cuentan los rumores educar a un pug, también llamado Carlino, no es nada complicado. De hecho a pesar de su aspecto casi pequeño, arrugado y a veces enojón, estamos ante un perro nada agresivo, tierno con su familia aunque no demasiado, y con una graciosa expresión que a veces hace pensar que entiende a la perfección todo cuanto se le dice. A pesar de las apariencias (todos los perros pequeños parecen ladradores natos y pequeños torbellinos de energía y nervio, ¿no es cierto?) el Carlino es muy tranquilo, con poca reactividad y aún menos agresividad.

El origen del Pug no está muy claro, pero la teoría más extendida es que proviene de China, desde donde pasó a Japón y de allí a Europa. Su nombre original era Pai, que significa “príncipe”, lo que nos dice mucho de para qué se inició esta raza, pero con el tiempo adquirió otros muchos nombres, como Carlino, en honor a un actor que utilizaba una careta de estos perros, o Mop, que proviene de un verbo alemán que significa “enfadado”, o el más extendido, Pug, que hace alusión a la forma de su cabeza: como un puño. Desde su llegada a Europa este perro fue muy deseado por la alta aristocracia; de hecho, las damas de la alta sociedad a veces escondía al Carlino bajo sus faldas para espantar a pretendientes no deseados. Todo esto nos sirve para educar a un pug porque así sabemos que no tiene instinto cazador, ni rastreador ni buscador, es un perro faldero como el que más.

Con un cuerpo pequeño, cuadrado y musculoso, este perro tiene un aspecto mucho más fiero (o cómico, a veces) de lo que realmente es. Si tienes uno habrás notado que de cachorro puede ser un saco de nervio, pero a partir de los cinco años, poco más o menos, el pug empieza a calmarse y acaba por preferir el sofá que la calle. Aunque se defenderá si es agredido, y es bueno como perro de alerta, desde luego no vale mucho como guardián. No le gusta el ejercicio: prefiere jugar en casa con una pelota o con los niños, con los que se lleva maravillosamente bien.

Adiestrar a un carlino, dicho esto, no es una tarea muy ardua. No necesita un intenso ejercicio porque no tiene grandes reservas de energía (aunque todo perro, sea de la raza que sea, NECESITA al menos un paseo de media hora cada día), pero lo que complica un poco este trabajo es que el pug no tiene una gran tendencia a obedecer. Simplemente no es el más obediente y complaciente de los perros. Para educarlo hay que echar mano de la tentación: busca las golosinas o juguetes que más le gusten y utilízalos para que aprenda los comportamientos que quieras. El adiestramiento de recompensas siempre es el que mejores resultados da.

Claro que educar a un pug no va a ser coser y cantar. A menudo este perro ni siquiera se molesta en acudir a la llamada de su dueño, simplemente porque no le apetece. Ah, el carlino es vago y caprichoso donde como ningún otro, pero su aspecto gracioso y su gran ternura lo convierten en un compañero maravilloso.

2 comentarios:

  1. Aquí podeis encontrar más información sobre la raza de perro Pug y un video fotográfico del Pug.

    Espero que os guste.

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  2. Hola, yo estoy por adoptar un pug, salgo de casa desde las 6 am y regreso a las 6 pm, ¿le puede afectar estar solito la mayor parte del tiempo? GRACIAS

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