Este perro es un
animal pequeño, que no suele sobrepasar los nueve kilos en su edad adulta, y
con un cuerpo curiosamente alargado que suele parecer gracioso. Es, por tanto,
nombrado “perro salchicha”, y se le hacen a menudo fotografías entre dos trozos
de pan, como un bocadillo. Para educar
al Dachshund es bueno conocer su personalidad activa y enérgica además de
su testarudez natural, y es bueno saber cómo empezó para comprenderlo mejor.
En este caso en
concreto, sabemos que estamos ante una raza de orígenes cazadores. Cuando las
personas piensan en un perro cazador se imaginan un animal grande y fuerte, tal
vez un bloodhound, o quizá un bretón, pero lo cierto es que el dachshund fue
criado para meterse en las madrigueras de los animales como conejos y ratones
gracias a su cuerpo alargado, que le permitía meterse en cualquier pequeño
túnel. Quizá no es un sabueso, ni tampoco un terrier, pero su buen olfato le
permite encontrar las presas y su tendencia cazadora lo dota de una gran
cantidad de energía. ¿Educar a un
dachshund? Hay que empezar por cansarlo.
Un dachshund es de
naturaleza inquieta, muy excitable y con una gran cantidad de energía. Debemos
tener en cuenta eso a la hora de educarle: significa que a causa de una
personalidad nerviosa, muy movida y en ocasiones incluso dominante a pesar de
su reducido tamaño, nos vemos en la necesidad de ser muy estrictos con él, más
de lo que seríamos con un perro dócil que estuviera ansioso por complacernos.
El dachshund sólo
aceptará un dueño firme, muy seguro de sí mismo y que jamás dé su brazo a torcer.
Debes saber lo que le permites y lo que no; si no sube al sofá, no se lo debes
permitir jamás. Simplemente, si encuentra una debilidad la aprovechará para
convertirse en el amo de la casa, y debes recordar en todo momento que tú eres
quien manda. De lo contrario será un desastre de perro.
En resumen, ¿qué
debes hacer? Educar a un dachshund no
es tan diferente de educar a un pinscher, a un pastor australiano u a un boxer.
Sólo debes asegurarte de ser muy firme y seguro, y sobre todo: consecuente.
Cuando es así, es así todos los días, a todas horas. No dejes que su aspecto
adorable te haga decir "bueno, sólo por esta vez sube al sofá".
Mímalo, pero no en exceso, y desde luego no cuando te lo pida: sólo cuando lo
merezca. Así es como conseguirás un dachsund equilibrado y perfectamente
educado.
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Marcos Mendoza
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